CASA MIRANDO UNA ANTIGUA HILANDERA
La intervención se sitúa en la planta superior de una vivienda catalogada ubicada en el Passatge de Tubella de Barcelona, complementando un sistema de espacios abiertos que forma un eje de conexión entre los Jardins de les Infantes hasta el Parc de l’Espanya Industrial pasando por la Plaça del Centre.
Un pasaje privado compuesto por un conjunto de casas unifamiliares adosadas, que fueron proyectadas en 1925, para ofrecer una vida saludable y de trabajo a los obreros cualificados de las diversas industrias existentes en el barrio de Les Corts, que aún hoy sorprende por su unidad estilística, escala urbana y por la riqueza de sus jardines delanteros y disposición de sus patios interiores.
Justo en este encaje, compartiendo medianera precisamente con las antiguas Hilanderas Benet Campabadal convertidas hoy en biblioteca municipal, nuestro cliente plantea el reto de introducir en la casa un espacio de trabajo en la zona de dormitorios, mejorar el uso habitacional y sanear la cubierta para reparar algunas filtraciones. Pronto descubrimos cómo unos volúmenes disconformes, una galería cegada y una terraza sepultada, se habían apartado de los valores inicialmente pretendidos por los impulsores del paseo afectando gravemente al conjunto y a las posibilidades de la espacialidad interior.
Primero se propone una doble actuación en la evolvente. Un primer movimiento de derribo, libera en el exterior la terraza y la galería consiguiendo, que el patio interior de nuevo dialogue con los espacios abiertos del contexto a la vez que abre la posibilidad de que nuevos usos colonicen viejos espacios. Un segundo movimiento de desbroce, muestra en el interior las entrañas de un continente que persigue distinguirse de un exterior marcado por el color blanco. Después, en el interior se depositan unos artefactos de hierro negro, que estableciendo un vínculo con el mundo industrial del entorno, silenciosamente contienen el programa habitacional y laboral de la casa.
Así, una escalera acicalada conduce a un visitante a un distribuidor que se muestra hermético en el que sólo el habitante conseguirá penetrar. Aquí única opción en forma de escalera, se ofrecerá al extraño para acceder a un altillo al cual se le reserva el espacio de trabajo de la casa respondiendo a las nuevas demandas industriales. Detrás del hermetismo, dos habitaciones conectadas a través de un vestidor permiten circular libremente en la intimidad. Una terraza en el exterior parece invadir el interior, insinuando una relación existente entre la casa y su antiguo entorno laboral. Atravesando un último umbral que contiene el baño principal de la casa, se sale a una nueva ducha que sustituyendo el antiguo lavadero, aviva la disyunción.
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