Aproximándonos a la parcela situada en la calle 18 desde la avenida Pere Matutes Noguera, un escenario pensado principalmente para la experiencia turística parece lejos de querer poner en duda un sistema que poco a poco va destruyendo el indudable valor de un paisaje que durante años sin rupturas ha formado una estructura continua casa-territorio apreciable en toda la isla.
Rodeados aún por una suerte de campos de cultivo que resisten los envites de un modelo industrial que sólo concede valor al suelo por ser soporte de un posible consumo, nuestra propuesta aparece como una bisagra entre un mundo rural y un mundo urbano que propone recuperar un modelo territorial que fomenta el respeto por el entorno donde se sitúa implementando medidas medioambientales que permiten alcanzar altos niveles de autosuficiencia como los que exige nuestro tiempo.
Una arquitectura sencilla y sobria cuyas fachadas principales se orientan a Sur con ligera inclinación a Oeste, propone un gran porxo que, articulando los dos volúmenes principales que albergan todas las viviendas de la propuesta, contribuye al control climático del conjunto, conteniendo el acceso principal, el aparcamiento y una zona de huertos orientada a promover la actividad y concienciación social.
Respetando el manto territorial que envuelve la intervención, la planta baja se libera del suelo en los extremos, dialogando con unas pequeñas fincas de campo próximas. Tomada la altura, un volumen de 4 plantas ubicado en el fondo de la parcela y otro de 2 plantas ubicado en el frente contiene unas viviendas pasantes –Suroeste Noroeste-de 1 y 2 habitaciones y de 2 y 3 habitaciones respectivamente.
Ciertamente como en la finca ibicenca, la tipología tipo que se propone, apuesta por espacios siempre con vistas al exterior que poseen dimensiones parecidas de manera que fácilmente los usos de las habitaciones puedan intercambiarse según las necesidades. Así por ejemplo, recordando tiempos antiguos, fácilmente podrá pensarse en resguardarse del frío en invierno ocupando la sala que siempre está cerca de la cocina o por lo contrario huir a las fachadas más frías durante las calurosas noches de verano.
Sin olvidar las nuevas demandas actuales, tampoco en las tipologías se ha prescindido de los útiles espacios de relación que el porxo procuraba en las casas rurales; ahora nuevos espacios de socialización urbanos que reproducen en un orden menor lo que sucede en un orden mayor del proyecto, pues si en el acceso principal el porxo aparece reinterpretado como una gran sala al aire libre donde los vecinos en altura pueden dar continuidad a la actividad rural del entorno mientras son deleitados por multitud de plantas aromáticas autóctonas, en los accesos de las viviendas, el porxo permite ampliar la dimensión de los espacios interiores en el exterior favoreciendo relaciones comunitarias al aire libre.